domingo, 21 de septiembre de 2025

Birmajer se hace cuento y recuerdo

 


20 de septiembre de 2025, las historias sobrevolaban el Paseo La Plaza en la Avenida Corrientes de una Buenos Aires empapada por una lluvia pre primaveral.

Sobrevolaban sí, pero eligieron hacerse voz y palabra en la persona del escritor Marcelo Birmajer quien en “Birmajer se hace cuento” decidió contarnos algunas de la muchísimas narraciones y relatos que ha escrito a lo largo de su vida.

Comenzó contando que tal vez se haya convertido en escritor profesional porque perdía los útiles escolares y para recuperarlos “vendía” un cuento, un chiste y una noticia escritos en un papel glasé prestado. Grata fortuna la del perdedor de útiles, pensé, porque a lo largo de los años le dio la posibilidad de la evocación.

Y de esa manera lo sentí. Caminamos por un sendero de evocaciones transformadas en cuentos, con detalles seguramente inventados o trastocados… Sin embargo, eso es lo que amamos quienes leemos o quienes nos embelesamos -como anoche- con las historias que otros escriben, los que necesitamos de la Literatura para existir. Fue un universo que evocamos, convocamos, revocamos todos juntos tanto en lo que el escritor contaba como en lo que nosotros traducíamos, acomodábamos, interpretábamos adentro de cada quien.

La música no faltó; las risas, tampoco; la emoción, menos.

No importó si el cielo se vino abajo en un momento, no importó si había que volver otra vez a lo cotidiano al terminar ese tiempo. Durante más de una hora solo fuimos seres construidos de palabras y de historias. Gracias, al perdedor serial de útiles por regalarnos algo para evocar, para recordar.

domingo, 17 de noviembre de 2024

Pompeyo Audivert, hecho de la misma materia que los sueños.




 ¿Cómo será, me pregunto, llevar a Shakespeare anclado en el pensamiento? Eso, me parece, que debe ocurrirle a Pompeyo Audivert, el asombroso y magnético actor, director, dramaturgo que interpreta "Habitación Macbeth". Imagino que debe haber otra voz susurrando en su cabeza los secretos más profundos de los hombres, del hombre, del ser.

Si no es así no me explico cómo puede hacer lo que hace, cómo puede interpretar a 8 o 9 personajes  -perdí la cuenta- en calzas y en blusón que parece un jubón y que parece que tuvo mejores épocas. Pero de eso se trata, creo. 

Más allá de lo despojado del escenario, de lo humilde del vestuario; allí, ayer 15 de noviembre de 2024 en el teatro Metropolitan pasaron muchas cosas. Muchísimas. Desde el espectador que criticaba por lo bajito durante los primeros 10 minutos y que luego quedó mudo -de impresión y de emoción, intuyo- pasando por reconocernos "entre las sombras" como espectadores invitados a un escenario que era más allá del físico porque  era un escenario de la vida hasta el momento en que se encendieron las luces y Lady Macbeth se desvaneció en tules, lágrimas y locura y Macbeth fue condenado a nacer otra vez y a dudar otra vez y a temer otra vez cuando la representación comience mañana y mañana y mañana...

Un violoncello, recursos teatrales inesperados y perfectamente bien ejecutados, volvieron una obra antigua en un espectáculo nuevo, original, moderno, único.

Nunca vi un representación así. Nunca vi un despliegue actoral  como el de Pompeyo Audivert, tan preciso, interesante, intenso, impiadoso poderoso, evocador, vulnerante y tierno, emotivo, sutil a la vez. Fue más de una hora y media de yuxtaposiciones, contraposiciones, idas y vueltas que llevaban a mi alma en un viaje por el tiempo, por las emociones, por el parlamento que conocía de antemano pero que desconocí por completo. Y lo redescubrí y me emocionó.

Cuando salimos del teatro, el público casi no hablaba o lo hacía muy bajito para no romper el rito al que habíamos asistido, hubiera sido un sacrilegio preguntarnos en ese momento si comíamos pizza enfrente o caminábamos tres cuadras. Estábamos transformados.

Asistir a Habitación Macbeth fue una experiencia inolvidable que quiero volver a vivir.  Tal vez me acompañe a convertirme en mejor persona porque definitivamente se necesita de más Pompeyo, más Shakespeare y más teatro para volver a tener el corazón un poco más blanco.

Quiero volver a tener un poco de Shakespeare en mi cabeza, acercarme un poquito más a estar hecha de la misma materia que los sueños como está hecho Pompeyo... 

domingo, 11 de agosto de 2024

El señor Goity, Monsieur De Bergerac, il signore Pirandello.

  

Ayer, 10 de agosto de 2024, pude ver en el Teatro San Martín una obra clásica: Cyrano de Bergerac. El contexto era perfecto: una noche tranquila en Buenos Aires, la cómoda sala Martín Coronado alejándonos del frío y abrazándonos, los espectadores bastante educados (salvo  dos o tres celulares, algún tosigoso y algún que otro conversador anulado en el acto), las ganas del público de darse a la magia del teatro, un elenco variado y exquisito, una escenografía asombrosa, una adaptación bien hecha y una enorme expectativa por lo que vendría volvieron una representación, para algunos, común de una obra clásica mil veces representada, en un día para el recuerdo.

Tal vez porque en algún momento de la obra se dijo la palabra meridiano o meridional me puse a pensar en Luiggi Pirandello y en sus personajes buscando un autor. En algún momento este dramaturgo italiano postula que los personajes son eternos mientras que los actores son efímeros porque al ser de carne y hueso, tarde o temprano van a morir; sus personajes, no porque serán reencarnados por otros una y otra y otra vez. Es lógico lo que expresa il signore Pirandello; sin embargo, anoche vi desplegar su calidad actoral al Sr. Goity (me da vergüenza nombrarlo por su apodo, Puma, tampoco es que nos conozcamos y él me haya autorizado a tomarme esas confianzas). Si antes dije que esta representación quedará en el recuerdo, no solo me refería al mío porque me asombró y me cautivó el trabajo de este actor; sino también fui testigo de que les pasó lo mismo a muchos más en la sala al escuchar fragmentos de lo que decían mientras salíamos.

La cantidad de texto que tuvo que memorizar es asombrosa, la forma en que las palabras brotaban de su ser, porque no se distinguía si salían de su boca o de su cuerpo entero pues bailaban en el aire, presionaban, pinchaban o herían (Y al final, te hiero); las frases susurradas, las entonaciones, la velocidad al pronunciar algunos párrafos, los gritos; la postura de su cuerpo, los movimientos…. Todo era un imán que cautivaba a la sala. Cuando él hablaba bajito, la sala entera se hacía chiquitita y cuando desplegaba su dinamismo, los espectadores, sentados y todo, se movían al ritmo que él imponía. Cuando Cyrano hablaba de amor y se emocionaba, el desconocido a mi lado y yo lloramos hermanados por la misma emoción como si nos uniera ese puente líquido entre la obra él y yo…

Un elenco de notables lo acompañaba, una Roxanne de voz arrabalera que me llevaba del extrañamiento a la ternura y señores actores como Mario Alarcón, Fernando Lúpiz o Daniel Miglioranza eran los pilares necesarios que posibilitaron que Cyrano pudiera ser. Creo que fue necesaria una dirección impecable como la del Sr, Willy Landin para que  la obra se transforme en este recuerdo eterno en el que se convertirá a partir de las múltiples decisiones que habrá tenido que ejecutar con el fin de que toda esa poesía, esas metáforas, esos símbolos, toda esa belleza se vieran reflejados en el escenario. 

Pirandello habla de personajes eternos, yo creo,

que si il signore hubiese presenciado la actuación de anoche del Sr. Goity, hubiese cambiado de opinión: hay actores que también son eternos. 

jueves, 18 de julio de 2024

El hallazgo extraordinario

 


Miércoles 17 de julio de 2024 desde la mañana que estoy en búsqueda de algo que no sé qué es, a la noche voy a ir al teatro, debe ser eso.

Buenos Aires está tranquilo, es un gato en reposo por las vacaciones de invierno. Duerme y ronrronea lejos de la actividad habitual.

El teatro el Picadero es uno de mis preferidos y de la obra no sé nada salvo la reseña de la página de la compra de entradas.

Sigo en la búsqueda de algo que no sé que es. Me siento en mi butaca y espero. Lorena Vega y Valeria Lois aparecen y desaparecen porque Aurora y Blanca toman sus lugares… Dos nombres luminosos que le dan ritualidad a la serendipia que descubro.

Digo serendipia, palabra medio inventada, medio de moda pero que viene de la literatura y me gusta. De pronto encuentro lo que no estaba buscando, la serendipia de la palabra.

Siendo espectadora de lo que buscaba pero no encontraba, encontré lo que no buscaba: la ceremonia del lenguaje.

Palabras, muchas palabras que construyeron un universo de nieve desrromantizada, de viento que hacer sonreír, de ballenas-hermanas, de venganzas semánticas, de muchas metáforas (y de pocas metáforas).

Palabras largas como  ensordecedor, impoluto, pavote, metonimia y otras dolorosas como muerte, padre, olvido, tristeza, muerte otra vez y alguna otra vez más…

Palabras luminosas como Aurora y Blanca y Planca y Planca y Planca… Palabras oscuras como Ulises o "colilocas" como Ulises.

Las palabras sufren, creo yo, en una sociedad que prefiere las de siempre, las gastadas, las berreadas, las usadas y malusadas y encontrar una obra que además de ser bellísima, las entronice, las emperejile y se prosternen antes ellas (sí, ese es Neruda) fue mi hallazgo, mi serendipia.

Vi la vida de dos mujeres, viví la mía propia; vi el dolor ante la muerte de otro, viví mis propias reflexiones sobre ella. Extremos, dolores, risas, la necesaria vulgaridad, la deseada sutileza… Todo está en esta obra extraordinaria que muestra una vida extraordinaria desde un hallazgo extraordinario. Gracias. Muchas. Muchísimas.

domingo, 9 de junio de 2024

Heráclito y las hermanas Marull

 


Dicen que dicen que un tal Heráclito comentó que nadie se baña dos veces en el mismo río… Bueno,  Heráclito, yo lo hice. Fui dos veces a ver “Lo que el río hace” con las hermanas Marull en el teatro Astros. La segunda vez fue en junio de 2024.

Es cierto que fui al mismo teatro, es cierto que la escenografía era la misma, es cierto que el vestuario era el mismo, es cierto que la obra era la misma y que yo era la misma. Todo eso es cierto. Pero… por algo Don Heráclito pasó a la eternidad: nada fue igual.

Lloré la primera vez pensando en los procesos creativos; lloré la segunda vez mucho más y por otras cosas. Todo se transformó y fue una metamorfosis maravillosa: la escenografía dejó de ser la misma, la obra, el vestuario, los personajes y fundamentalmente las emociones dejaron de ser las mismas.

Sólo obras bien escritas, bien pensadas, bien representadas pueden provocar un cambio; el que vivimos los espectadores. Ese cambio lo vivimos en las reflexiones posteriores que fueron intensas y que nacieron del lapso en que estuvimos en otra dimensión: la vuelta a las raíces, el amor que no comprendemos hasta que lo comprendemos,  la vida que nos empuja a seguir y a ser, el inconformismo, el redescubrimiento, la aceptación, la necesidad de volver a empezar fueron parte de la charla a la hora de la pizza, del retorno a casa, del tiempo en soledad en que revivimos lo sentido, percibido, experimentado, escuchado, llorado…

El río hace muchas cosas y la obra muchas más. El río no se detiene y las actuaciones, tampoco. El río sigue en su recorrido eterno y nosotros también, pero con muchas más emociones adentro nuestro y un universo de palabras mojadas, cálidas, con acento correntino, con acento porteño, con nostalgia, con alegría, con belleza, con dolor se quedan en nuestro espíritu y todo es nuevo aunque sea la segunda vez que lo presenciamos.

¿Lo que el río hace? Recordarnos que somos humanos y que solo la belleza y el arte nos salvan de una vida que muchas veces quiere pasarnos por encima.

Y sí… Nadie se baña dos veces en el mismo río, Heráclito, es cierto.

martes, 4 de julio de 2023

Amén, Argentina Gospel Singers




 1. Y el Señor dijo: la voz del hombre será el sonido más hermoso de toda la creación.

2. Y dijo también: las voces unidas de los hombres llegarán a lo más profundo del corazón de todos.

3. Y luego agregó: cuando estés en presencia de la energía de las voces de los que cantan en Mi Nombre serás feliz.

4. Fue entonces que creó al Argentina Gospel Singers...

5. Y fue bueno y hermoso.

Bueno, capaz que el Señor no dijo nada de esto pero me gusta pensar que sí lo hizo y nos regaló la belleza de estas voces el domingo 02 de julio de 2023 en la ciudad de Buenos Aires, en el auditorio Ktaft y ese regalo, sí fue maravilloso.

El auditorio está en el subsuelo y a medida que los espectadores bajan, la realidad queda afuera. Arriba, el cansancio, la hora, el frío, la inseguridad, el dolor de muelas... Abajo, el escenario, los espectadores, la belleza, el Gospel y el humo. Mucho humo, eso sí. 

Reig; I believe I can fly; Are you ready for a miracle?; Oh, happy day; Stay with me... fueron algunas de las canciones (¿Himnos? ¿Alabanzas? ¿Oraciones? ¿Plegarias?) que interpretaron con todo el fuego liberador que nos abrazó en esa noche inolvidable. El momento, tal vez, más intenso para mí fue cuando la melodía y la profundidad de Alabaster Box irrumpió blandamente en la sala y la mayor carga energética se liberó  cuando de esas gargantas privilegiadas brotó Mateo, 28.

Dios está en todos lados; pero seguramente, el domingo 02 de julio estaba sentado entre las butacas de un auditorio que está en un subsuelo, al sur del globo terráqueo. Y es posible que como César Vallejo escribió "yo nací un día en que Dios estaba enfermo"; haya muchos seres humanos que escribirán: "Yo nací un día en que Dios estaba escuchado Gospel, en Buenos Aires" Auguro una vida llena de armonía para esos benditos.

En fin, la experiencia de Argentina Gospel Singer fue un renacimiento.

6. Y las melodías bailaron en el alma de los espectadores y los acompañaron mucho tiempo después.

7. Y fue bueno... y ojalá se repita

y... Amén.




martes, 4 de abril de 2023

"Desplegadores" de emociones o raras avis del arte

  



¿Cuántas emociones habitan un cuerpo, un corazón? ¿Cuántas remontan vuelo y se posan en el espíritu humano? 

Preguntas que me invadían el domingo 02 de abril de 2023 cuando estaba sentada en un hermosísimo salón del Palacio Paz mientras disfrutaba de Tosca, la ópera de Giacomo Puccini. Gala Lírica presentó un tiempo de disfrute en el que fue desplegando emociones y nosotros, los espectadores, absorbiéndolas una a una.

Convertirse en "desplegador de emociones" es un arte sutil, delicado que pocos artistas son capaces de desentrañar con precisión. Estos "rara avis" traspasan con su arte el prisma de la belleza y descomponen las sensaciones en matices y colores, como si de la luz se tratara para envolver a los simples mortales que los admiramos en un cálido abrazo de hermosura.

Esa noche la música flotaba en el aire,  brotaba de las cuerdas del piano de la maestra Susana Cardonnet y de las gargantas de Svetlana Volosenko, Fermín Prieto, Gabriel Rabinovich o Cristian De Marco, entre otros. Todos ellos interesantes desplegadores de emociones: los cuerpos vibraban, el nudo en el pecho, las ganas de llorar y de reír, el silencio y el sonido.... Sólo un palacio podría albergar lo majestuoso: un palacio hecho de historia, tiempo, música y emociones.


martes, 25 de octubre de 2022

Territorios del vino



Me gustan las uvas. Son redondas y suaves. Algunas, regalan un sabor dulce que se vuelve seda en el paladar: esas producen una sensación de placidez en el alma. Otras, son contundentes, de sabor intenso, voluminoso, esférico; al morder esos granos estalla en la boca un juego de contradicciones que movilizan cada zona de la razón y del corazón. Las mejores, sin duda, son las maduras que esconden algún secreto, algún enigma en su sabor complejo, arcano, inconfundible.

Anoche, 24 de octubre de 2022, en el Teatro Coliseo de Buenos Aires, todas esas frutas, todos esos racimos jugosos estuvieron disponibles encarnados en la voz, la personalidad, la presencia de tres mujeres: la dulce Silvia Pérez Cruz, la contundente María Gadú y la arcana y sagrada Liliana Herrero.

El teatro se transformó en un inmenso lagar en el que los granos de la música caían de a uno, de a dos, entremezclados, superpuestos, escurridos… Cientos de almas la prensaban y se transformaban en un vino hecho de lágrimas, emoción, belleza que embriagaba al espíritu y lo volvía lúcido a la vez.

Territorios recorridos a través de las notas musicales, del desgarro por lo perdido, de la esperanza por lo que se sabe llegará.

Lorca, Atahualpa, Fito, Caetano, Milton…. Recorrieron también el lagar y brindaron con una sonrisa bebiendo de un amargo cáliz arrebatador como una tormenta.

Anoche, el territorio fue un territorio recreado, inventado, utópico de “eutopía” (el buen lugar). No existe; pero, cómo me gustaría que existiese, no se encontrará en esta tierra pero... ¡Cómo me gustaría que existiese!; sobre todo si el perfume del vino lo empapara y el sabor de las uvas-mujeres que tuve el grandísimo honor de escuchar anoche, lo gobernasen. ¡Salud! 




miércoles, 27 de abril de 2022

Inés Cuello, La Grela y las curiosidades de la meteorología


 

Martes 26 de abril de 2022. Desde temprano todos los noticieros hablan de la alerta naranja en el pronóstico del tiempo en la Ciudad de Buenos Aires y alrededores: granizo, vientos huracanados, lluvia torrencial. Sobre todo al final de la tarde, como a las 20:00 horas.

Martes 26 de abril de 2022. Presentación del álbum "Gardel" de Inés Cuello y La Grela en el Teatro El Picadero, Corrientes y Pasaje Discépolo, Caba, al final de la tarde, como a las 20:00 horas.

Paraguas, pilotos, abrigos, botas de lluvia, gorros para el agua, cartera impermeable.

Piano, bandoneón, violín, contrabajo, violonchelo, voz.

Todo listo para el aguacero. 

Todo listo para que Gardel volviese a la vida en la voz de una mujer: Inés cuello. Todo listo para que las guitarras gardeleanas renacieran en La Grela, Quinteto de Tango.

Gardel llegó con toda la fuerza de una tormenta: más  intenso que el granizo, más que el viento. Todo fue música dentro del teatro: un piano enternecedor, las cuerdas que se iban atando alrededor del corazón de los espectadores que no podían quitar la vista, los oídos y el espíritu de lo que pasaba en el escenario que estaba ahí, tan cerca, tan tocable... Si todos estirábamos la mano, -porque yo estaba ahí, por supuesto, con paraguas, abrigo y cartera impermeable- podríamos haberle acariciado el rostro a Gardel, acomodarle el sombrero, susurrarle al oído: ¿Ves, che, que cada día cantás mejor... sobre todo cuando te deshacés en las cuerdas vocales de una mujer y renacés con otro color, otra intensidad? ¿Ves, che, que un grupo de músicos tan buenos que ni los imaginaste nunca, te vuelven a la vida?

Mi buenos Aires querido, Volver, Soledad, Arrabal amargo, Cuando no estás... Tango tras tango, melodía tras melodía, iban cayendo sobre nosotros; los truenos del contrabajo, el huracán del bandoneón, la brisa helada del violín, el  dulce vendaval del violonchelo formaron la tormenta perfecta, musical, llena de matices que modificó lo tan conocido en algo completamente nuevo.

Y cuando no podía haber mayor perfección, cuando ya estábamos todos humedecidos de armonías apareció como un relámpago Lidia Borda y ya el chaparrón de tango se descargó sobre nosotros definitivamente. Quedamos empapados de música y limpios por dentro porque la tempestad que se abatió sobre nosotros se llevó todo lo malo y nos dejó el alma limpita, limpita. 

Afuera, no llovió. Ni una gota. Ni una.


lunes, 28 de febrero de 2022

El loco, la camisa y el camaleón

 La verdad es un camaleón que se camufla según su conveniencia. Y en ese disfraz muchos pasan su vida sin poder descubrirla porque siempre cambia de color o de forma casi como un caleidoscopio. ¿Quién puede develar el disfraz? ¿Quién puede arrancarle la careta a la verdad cuando quieren ocultarla? ¿Quién descamaleona al camaleón de la verdad?

Tal vez el único que tiene el valor para hacerlo es quien no le teme, el que la mira sin filtros a los ojos y descubre  una realidad dolorosa que entrega para que otros la observen. Esa magia ocurre en "El loco y la camisa", obra que está en cartel en el íntimo teatro El Picadero de la ciudad de Buenos Aires. Desde hace 14 temporadas que la obra se desliza como un cuchillo afilado en las emociones de los espectadores y hace daño y cura a la vez porque  es imposible que, como espectador, no se vea su propia vida reflejada en el escenario.

Los actores son exquisitos, el texto es impecable y la verdad aparece y desaparece, se transforma hasta que decide salir brutalmente a la luz y ya nada puede ocultarla.

Es imperativo ver esta obra. Es necesario para el alma ir y enfrentarse a la verdad porque ¿Cuántas veces podemos ver a un camaleón, la verdad,  cambiando ante nuestros ojos hasta quedar desnudo tal cual es?





Silencio pandémico

 Con la pandemia golpeando rabiosa a la puerta, el silencio se volvió su aliada. No sé por qué me dejé ganar por él pero así fue. Es momento de volver a escribir, de volver a conectarme con las palabras, con la Literatura, con los espectáculos. Vuelvo, como siempre.

sábado, 25 de enero de 2020

Lorca, Dalí, Minguet, el mar y la eternidad

Hay un teatro. Hay un teatro pequeño. Hay un teatro pequeño en Boedo. Hay un teatro pequeño en Boedo en donde el mar, pintado y repintado pasó a dejar su saludo de dientes de espuma y labios de cielo. Hay un teatro que fue el escenario perfecto para recordar a Federico, el de la palabra redonda y perfecta, el de la música nacida con forma de alas. Sí, Federico García Lorca.
Anoche, 24 de enero de 2020, los poemas y las cartas de Lorca junto con las de Salvador Dalí tomaron vida de la mano de Joel Minguet con dirección de Guillermo Ghío.
Yo estaba ahí. Entre la pequeñita multitud que respiraba al unísono, que palpitaba a la vez. 
Todas las estrellas brillaron entre las palabras, los pasos cansados de la tristeza que chorreaba por lo muebles; Cadaqués, Granada, Madrid y la muerte, siempre la muerte como presencia final irreductible y definitiva colmaron la sala hasta lo imposible porque toda ella estaba henchida de emociones incitadas por un actor venido de lejos con las zetas cantarinas de su voz.
La luz tenue, la intimidad, el susurro de la palabra que se atesora como un doble regalo: el que nos hizo Federico al escribirlas y el que nos hizo Joel al pronunciarlas serán un recuerdo lleno de sonidos que me acompañarán mucho tiempo.
La poesía conmueve, desnuda, expone. Eso paso anoche de la mano de un catalán que jugaba con un andaluz.
La luz cegadora del mar, el sosiego dulce del atardecer, los grillos acribillantes de la noche, la espera, se dieron lugar en un pequeño teatro en donde el infinito y la eternidad se detuvieron a escuchar poemas, a rumiar versos, a conjurar rimas, a abrir el alma. Ser capaz de concertar tantas imágenes es un milagro que agradezco a la música, a la palabra, a un actor que llegó de lejos y a Federico.

viernes, 20 de diciembre de 2019

El titiritero eterno

Ciudad de Buenos Aires.
Niceto Club.
19 de diciembre de 2019.
21 horas.
Fito. Fito. Fito. Fito. Fito. Fito. Fito. Fito. Fito. Fito. Fito. Fito. Fito. Fito. Fito... Es lo que las gargantas gritan y aparece él. Fito Páez con el traje amarillo de titiritero, con las marionetas hechas de música, con las manos dispuestas para que vuelen por los teclados.
La locura se desata ante el "psicolélica star de la mística de los pobres" y los saltos ya no se pueden detener. Todo vibra. Todo suena. Y el titiritero expone sus marionetas una a una; suenan las guitarras, revienta la batería, las voces acompañan y todo va creciendo hasta el clímax cuando saca su marioneta mejor: antigua, sabia, dolorosa y empieza un "en esta puta ciudad todo se incendia y se va, matan a pobres corazones". Pero el titiritero miente aquí, en su fantástica mentira eterna de la belleza de las artes;

miente porque esa música no mata pobres corazones, sino que los revive. Renacen al escucharlo.
Brillante sobre el Mic, Dar es dar, El diablo de tu corazón, Mariposa teknicolor, entre otras.
Noche de canciones-marionetas que cobraron vida, noche de titiritero de trajes coloridos, de oyentes eufóricos, de recuerdos transformados en melodías, de retornos y de eternidades.
Y la música siguió hasta que todo volvió a quedar en silencio. El titiritero tomó su valija de música y salió dejando al escenario más triste y más solo de lo que estuvo antes de que él llegara.



viernes, 20 de septiembre de 2019

Huracanes de chocolate

¿Cómo se puede domar al huracán? ¿Cómo se puede encerrar al relámpago, acallar al trueno? Aunque parezca imposible anoche pude asistir a lo imposible. Sería tal vez porque era 19 del 9 del 19 o porque la voz de Celeste Carballo andaba suelta, arrasando a la ciudad de Buenos Aires.
El teatro ND Ateneo bramó con el furor de las guitarras que en un vendabal de acordes demostraban cómo debe sonar una banda de rock de verdad.
No faltó nada en este Chocolate Inglés, disco remasterizado, que nos fue regalado en un acto de generosidad enternecedor, y vuelto a presentar. Pero además: Me vuelvo cada día más loca, Querido Coronel Pringles, Sabemos que vuelvo pronto y más y más y más... Una canción tras otra, tras otra, tras otra como la tempestad descargando agua en un furor de guitarras, bajo, percusión.
Nada faltó: las nuevas generaciones, Flor Otero y Vale Acevedo para Una canción diferente y ya el rugido fue imparable. 
Y en un punto, pensé en el poeta José María Heredia: "El huracán y yo estamos solos". En un punto solo fuimos la música y yo mientras se desataba la cadente tormenta de sonido a mi alrededor.
Nadie puede domar al huracán o encerrar el relámpago o acallar el trueno eso lo aprendí de la voz de un torrente de rock llamado Celeste.

lunes, 16 de septiembre de 2019

Una espectadora de curiosos incidentes que ocurren a medianoche.

Soy una espectadora. Me gusta serlo porque considero que la vida es un escenario. El viernes 13 de septiembre de 2019 fui a ver El curioso incidente del perro a medianoche en el teatro Maipo de la ciudad de Buenos Aires.
Fue una experiencia "torbellinesca": un torbellino de sentimientos en los que pasé por el asombro, la tristeza, el amor, la alegría, la impotencia, la ternura. Todas las emociones estuvieron presentes en el escenario y entre los ojos humedecidos de algunos de los espectadores que alcancé a ver en el descanso de 10 minutos.
No es habitual ver tal despliegue técnico en una sincronización perfecta con los actores. Fue exquisito. Exquisito e inolvidable.
El teatro nos abre puertas hacia el exterior y hacia el interior de nuestra alma: eso fue lo que sentí... Que mi pecho era una puerta vaivén que se abría en las dos direcciones: hacia el infinito y hacia mi corazón.
El texto era interesante pero los actores lo transformaron en un parlamento vivo, dinámico, fluido. La forma en que cada frase era pronunciada entraba directamente al cuerpo y al cerebro; razonamientos lógicos, razonamientos no tan lógicos, frases humorísticas o evocadoras se agolpaban en mí para encontrar un lugar En el cual alojarse.
El entrenamiento físico de los actores me transportaba a un lugar en cámara lenta por momentos o vertiginoso en otros. Imagino el desgaste que noche a noche sufren esos cuerpos que comunican con todo: gestos, lugar en el espacio, miradas, movimientos, giros. Una danza entre los actores y los que estábamos ocultos detrás de la cuarta pared sosteniendo el aliento y en absoluto silencio ante tanta belleza.
Todo lo que vi fue una experiencia artística, todo lo que escuché, todo lo que sentí.
Salí del teatro el viernes pensando en la obra; ahora es lunes por la noche y continúo pensando en ella. Vuelven a mi memoria segmentos, matices, ideas, colores, luces...
Es curioso que esto suceda. Esta obra no fue un incidente más en mi vida porque, aunque comenzaba con un perro muerto, esa casi medianoche, al salir del teatro, me llevé el recuerdo de que la belleza también puede hablar de tolerancia, de comprensión, de perdón y de ternura. No puedo decir más, al fin y al cabo yo soy una simple espectadora.







viernes, 21 de junio de 2019

Análisis de La dama del perrito de Chejov


Escribí este comentario para el curso "Tres teorías fundamentales del cuento" que dictó el profesor Walter Romero. Lo comparto.
La dama del perrito es un relato sutil, enternecedor. El uso de los materiales narrativos por parte del escritor es exquisito y me permito, antes de leer los otros textos, los de crítica, hacer mi propio análisis del personaje femenino para luego, comparar impresiones con los que saben de verdad.
Me gusta mucho que desde la tercera palabra nos introduzca en el mundo de la ficción. No es una mujer, el narrador decide que dentro del relato que nos cuenta, sea un personaje: “Un nuevo personaje había aparecido en la localidad”. Sin embargo, esta situación va a cambiar. A medida que transcurre la narración se va transformando, corporizando y este: “nuevo personaje”, “una señora con un perrito”, “la señora de la boina”, “Ella”, “Ana Sereyegvna” se va configurando. Es a partir de la página dos que pierde su categoría de personaje para el narrador y se va transformando en un “cuello esbelto y delicado” y en “unos encantadores ojos grises”. Da la impresión de que el narrador la está pintando con pinceladas imprecisas a partir del uso de la sinécdoque.
Dichas descripciones imprecisas, subjetivas, desde la focalización interna del personaje, dan un viraje llamativo cuando el narrador hace foco en la transformación del personaje: “su rostro languideció, y lentamente se le soltó el pelo; (qué manera tan delicada y sutil de referirse al encuentro amoroso, carnal, sensual) en esta actitud de abatimiento y meditación se asemejaba a un grabado antiguo: la mujer pecadora.” Mujer que peca, mujer de carne y hueso, mujer que se entrega no es una pintura ni un personaje: es una mujer completa –corpórea- que trasciende el relato para ser pensada en tres dimensiones.
Luego de la entrega vuelve a cambiar y se transforma en pura y buena: “Había en ella la pureza de la mujer sencilla y buena que ha visto poco de la vida” (Y “saboreable” como una sandía, la que se acaba de comer Dmitri en un arrebato erótico mientras esperaba la decisión de la amada)
Luego del arrebato amoroso, se refuerza la idea de mujer (menos ficticia y más cotidiana) que responde desde su identidad: “-Hay gotas de rocío sobre la hierba-dijo Ana Sergeyevna después de un silencio.”
Perdido de amor, Dmitri la reconoce “hermosa, fascinadora” mientras ella se resiste a ser vista así; por un lado, no cree ser merecedora del amor del seductor pero, por otro, tal vez, juega un inocente juego de manipulación para escuchar lo que quiere escuchar: “Mientras tanto decía que no la respetaba bastante, que no la amaba lo más mínimo, y que seguramente pensaría de ella como de una mujer cualquiera.”
Ya separados, el recuerdo de la mujer viene desde la evocación, la idealización de la amada: “…más tierna de lo que en realidad era, imaginándosela aún más hermosa de lo que estaba en Yalta”
Los celos y el desasosiego del amante, ya en S., transforman a Ana otra vez en la distante, dual y desconocida “ señora del perro” del inicio: “-¡Al diablo la señora del perro!”
Antes de que culmine el relato aparecen algunos cambios más: la pálida infiel “Ana Sergeyevna se puso intensamente pálida, lo miró otra vez horrorizada casi, y estrujó el abanico…” que habla en susurros y promete continuar con el idilio en Moscú a pesar de que el marido “le creía y no le creía” (qué maravillosa descripción del carácter del hombre engañado, esbozada apenas pero tan reveladora)
A través de la reflexión sobre las dos vidas de Dmitri también se hace referencia a las dos vidas de Ana. A la Ana dual que aparece desde el inicio: universalizada “una mujer” e individualizada a la vez: la de la boina blanca, la del perrito; la triste, triste, tristísima. Dos dualidades que se encuentran y que tendrán un final feliz (o no) en el momento en que se reconozcan.

jueves, 6 de junio de 2019

La noche en que la noche llegó de lejos


La noche es una mujer. Una mujer de cabellos negros, de mirada de luna y canta con la voz de Marta Gómez. Ayer, 05 de junio de 2019, la noche fue más noche y más mujer que nunca porque Marta cantó en la sala Margarita Xirgu del Espacio Untref, Ciudad de Buenos Aires.
Lámparas tenues, alguna lucecita tímida, dos copas de vino, un bajo, algunas guitarras y la sensación de que a la música le nacían dedos y me acariciaba, palpaba cada segmento de mi alma y se me clavaba en el corazón al igual que una estaca, como una dulce herida.
El escenario nos ilusionaba con la magia de que la sala de una casa de músicos apenas vislumbrada se abría ante mis ojos y éramos parte del proceso creativo mostrado en toda su plenitud: Andrés Rotmistrovsky y ella y otros amigos nos permitían un doble juego que consistía en ver un espectáculo que era un encuentro entre artistas que preparaba un espectáculo. Como una cinta de Moebius, como la mezcla de la realidad y la ficción, como es el arte: innovador, creativo, emocionante.
Rodrigo Carazo llegó invitado y nuevos sonidos se incorporaron, pero siempre suaves, sutiles, dulces; eran secretos susurrados solamente para que yo los interpretara.
No faltaron referencias a Rubén Darío, Federico García Lorca, Spinetta, Drexler, Piero, Javier Ruibal, Luis y Pedro Pastor, Pedro Guerra. Todos ellos estuvieron presentes en una ausencia llena de sonidos. “Canción del naranjo seco”, “Para la guerra, nada”, “Ritualitos”, “La noche que me quieras”, “Plegaria para un niño dormido”, “Tu nombre” fueron desnudándose ante nosotros durante una hora y media y enredándose en las emociones de todos y asentándose sobre mi piel.
Así fue. Parece cuento, pero así fue. Anoche, en San Telmo, la noche se transfiguró en mujer y bajó a cantarnos. La noche entera era Marta Gómez.

viernes, 3 de mayo de 2019

Fatum



Los ojos de la novia bailan al compás de las luces del día. Sonríe y las campanas resuenan en sus oídos y en todos los oídos de los que la miran. Es imposible no sentirlo si la novia es un trozo de nube esperando ser lluvia.
Se aclaró el cabello y pareciera que toda la felicidad del mundo cabe en su sonrisa. Una sonrisa expectante, una sonrisa de pájaro de siete colores.
Su voz es diferente un ligero temblor la envuelve y los silencios se acortan para sustituirse con el nombre del otro, el causante. Escuchar a la novia es percibir  un arroyo en deshielo: lleva los secretos milenarios del tiempo en que estuvo congelado pero no lo sabe, es un transportador de arcanos mayores y menores. Ella susurra esos secretos al hablar distraídamente de su trabajo, de la oficina, del café que se terminó y tendrá que salir a comprar.
La novia no camina: se desliza unos milímetros por sobre el suelo y su sombra proyecta flores.
Yo miro a la novia intensamente, imposible no mirarla. Se volvió ondina, se volvió ninfa que canta en idiomas antiguos a través de sus movimientos.
Yo escucho a la novia y las palabras se deshacen y se vuelven a hacer en mis oídos con nuevos timbres.
Yo vislumbro en la novia una semilla de eternidad y deseo con toda mi alma que la eternidad no dure un relámpago en la tormenta, no se vuelva un grito que se muere en la garganta. Deseo que esta vez sea cierto por ella, sobre todo por ella, fundamentalmente por ella; sí,  pero también por mí, por mi necesidad de creer que aún las hadas habitan  entre nosotros.

domingo, 28 de abril de 2019

Bacilando bajo la cara de la luna



Todo el mundo sabe que Buenos Aires es húmeda y que además, una noche húmeda en Buenos Aires, en otoño, luego de una lluvia finita de tres días, caminar por la calle es una experiencia pegajosa. Así estaba la noche del 27 de abril de 2019 cuando en el Teatro Ópera se presentaba Bacilos.
Primera vez en 20 años dijo Jorge Villamizar y justo fue en medio de la humedad porteña. El teatro estaba tímido, la gente se iba acomodando sin demasiado entusiasmo. Todo muy serio, muy tranquilo, demasiado Río de la Plata pensé.
Unos muchachos rosarinos tuvieron la difícil tarea de lograr que los espectadores se empezaran a mover. Difícil tarea. Una banda que se llama Indios de Acá y lo hicieron bien, rompieron el hielo, el glaciar, que el sopor húmedo de la sala transformaba en infierno por momentos.
Ante los primeros acordes de Pasos de Gigante la cosa se puso buena, un señor bailaba por aquí, unas chicas se movían por allá. El público comenzaba a aplaudir, a seguir el ritmo, a dejarse seducir por los tres bacilos que se metían en el cuerpo como una musical enfermedad.
Las canciones siguieron: Perderme contigo, Por hacerme el bueno, Tabaco y Chanel, Guerras Perdidas, Solo un minuto…. Y el ambiente se iba poniendo de fiesta y ya la gente se paraba y bailaba y cantaba y tarareaba si no la sabía. Y no querían que Bacilos se fuese: otra, una más, oh-oh-oh-oh-ohooooo, vuelvan… Y ellos volvían. Dos veces volvieron y cantaron hasta que se les acabaron las canciones y empezaron a repetir…
Qué les diré, por algún sortilegio musical embebido en aguardiente,  la humedad se volvió sonidos y hasta comencé a pensar que entraba un vientecito del Caribe por algún lado, una brisa que nos llevaba a caminar por la playa bajo la cara blanca de la luna.

martes, 5 de febrero de 2019

Adiós de luna

Hoy se muere una amiga mía. Agoniza. 5 de febrero de 2019. Un cuerpo que sufre, una vida que deja de ser. Mis pensamientos son una elegía. Una elegía constante desde que recibí la noticia.
No es su muerte ni inesperada ni única pero es una muerte cercana y eso, a los mortales nos aterra porque nos recuerda nuestra propia existencia.
En el Libro de Buen Amor aparece, tal vez, una de las primeras elegías en lengua castellana. "Muerte, maldita seas, te llevaste a la mi vieja" decía un arcipreste que se quedaba sin Urraca, su celestina.
Manrique algunos años después: "Cómo se pasa la vida, cómo se viene la muerte tan callando".
Quevedo, "en nacer vamos muriendo", su obra como reflexión constante ante la idea de la muerte...
Miguel Hernández: "siento más tu muerte que mi vida"...
Jaime Sabines: "No vuelve nadie, nada. No retorna el polvo de oro de la vida"...
Todos ellos, entendiendo el momento atroz de la no existencia nos regalan las palabras que no podemos ubicar en tanta tristeza.
La pena me embarga y como siempre, solo puedo escribir ante la angustia, ante lo inevitable. Somos de vida frágil y de malos amores. Somos de cuerpos débiles y de sueños extremos e inalcanzables. Somos de entendederas duras y corazón efímero.
Te vas ahora vos, quién sabe cuándo yo me vaya pero quiero volver a verte en tu luna de sueños, amiga mía, hermana de mi hermana.