martes, 25 de octubre de 2022

Territorios del vino



Me gustan las uvas. Son redondas y suaves. Algunas, regalan un sabor dulce que se vuelve seda en el paladar: esas producen una sensación de placidez en el alma. Otras, son contundentes, de sabor intenso, voluminoso, esférico; al morder esos granos estalla en la boca un juego de contradicciones que movilizan cada zona de la razón y del corazón. Las mejores, sin duda, son las maduras que esconden algún secreto, algún enigma en su sabor complejo, arcano, inconfundible.

Anoche, 24 de octubre de 2022, en el Teatro Coliseo de Buenos Aires, todas esas frutas, todos esos racimos jugosos estuvieron disponibles encarnados en la voz, la personalidad, la presencia de tres mujeres: la dulce Silvia Pérez Cruz, la contundente María Gadú y la arcana y sagrada Liliana Herrero.

El teatro se transformó en un inmenso lagar en el que los granos de la música caían de a uno, de a dos, entremezclados, superpuestos, escurridos… Cientos de almas la prensaban y se transformaban en un vino hecho de lágrimas, emoción, belleza que embriagaba al espíritu y lo volvía lúcido a la vez.

Territorios recorridos a través de las notas musicales, del desgarro por lo perdido, de la esperanza por lo que se sabe llegará.

Lorca, Atahualpa, Fito, Caetano, Milton…. Recorrieron también el lagar y brindaron con una sonrisa bebiendo de un amargo cáliz arrebatador como una tormenta.

Anoche, el territorio fue un territorio recreado, inventado, utópico de “eutopía” (el buen lugar). No existe; pero, cómo me gustaría que existiese, no se encontrará en esta tierra pero... ¡Cómo me gustaría que existiese!; sobre todo si el perfume del vino lo empapara y el sabor de las uvas-mujeres que tuve el grandísimo honor de escuchar anoche, lo gobernasen. ¡Salud!