Acá estamos y acá seguimos hablando y escribiendo y pensando y discutiendo sobre las palabras, sobre la necesidad de comunicar. Necesidad que surge realmente de lo más profundo de mi alma. Estoy en una época de cambio, de irme hacia adentro. QUiero comunicarme con todos, llegar a todos los estratos y eso implica una profunda reflexión, un intento de comunicación conmigo misma. ¿Cómo entablo relaciones con los demás si no puedo hacerlo conmigo? Mis tweets, mis textos, mis pensamientos van siempre a la misma orilla... Qué decirle al otro. Tengo la profunda convicción de que estamos conectados, de que todo está conectado con todo en este mundo por una estrecha e invisible red de relaciones. Quien descubra esos hilos invisibles, esa cadena de titanio indestructible que asocia a todo el mundo entre sí, conocerá la verdad absoluta, el aleph, el nombre de Dios.
Y en esa reflexión estoy... ¿Realmente quiero conocer la relación que existe entre todas las cosas? ¿Qué debería hacer con ese saber?
No está en mi naturaleza el deseo de dominar al mundo. No está en mi naturaleza la búsqueda insaciable de poder... eso me transforma en inofensiva o en peligrosa. No lo sé aún. No he decidido en qué me transforma, igual... Tampoco le interesa a nadie.
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