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domingo, 20 de mayo de 2012

La luz es una mujer y una hoja en el viento.

Marzo se me escurrió de entre los dedos, como el tiempo, como la arena, como el agua del río en la que no me bañaré dos veces. Pienso en marzo y pienso en la luz, en el otoño del sur que comienza, en las hojas que cambian de color y penden de los árboles como joyas olvidadas. La luz...

LA VISTA, EL TACTO

A Balthus

La luz sostiene —ingrávidos, reales—
el cerro blanco y las encinas negras,
el sendero que avanza,
el árbol que se queda;
la luz naciente busca su camino,
río titubeante que dibuja
sus dudas y las vuelve certidumbres,
río del alba sobre unos párpados cerrados;
la luz esculpe al viento en la cortina,
hace de cada hora un cuerpo vivo,
entra en el cuarto y se desliza,
descalza, sobre el filo del cuchillo;
la luz nace mujer en un espejo,
desnuda bajo diáfanos follajes
una mirada la encadena,
la desvanece un parpadeo;
la luz palpa los frutos y palpa lo invisible,
cántaro donde beben claridades los ojos,
llama cortada en flor y vela en vela
donde la mariposa de alas negras se quema:
la luz abre los pliegues de la sábana
y los repliegues de la pubescencia,
arde en la chimenea, sus llamas vueltas sombras
trepan los muros, yedra deseosa;
la luz no absuelve ni condena,
no es justa ni es injusta,
la luz con manos invisibles alza
los edificios de la simetría;
la luz se va por un pasaje de reflejos
y regresa a sí misma:
es una mano que se inventa,
un ojo que se mira en sus inventos.
La luz es tiempo que se piensa.

En este poema, Octavio Paz, describe con la exactitud de un hacedor de imágenes,  todos los estados de la luz.

Comienza con un juego de contrastes igual que  juega la luz  con las cosas la luz sostiene el cerro blanco y las encinas negras…  el sendero que avanza y el árbol que se queda… Luego, como pasa con el amanecer, la luz cobra vida, cuerpo, forma, existe, es: la luz naciente busca su camino, dibuja dudas, esculpe, entra, se desliza descalza y se vuelve mujer. Mujer con sus caprichos, con su suavidad, con su ternura. Mujer con sus contradicciones y su delicadeza. Mujer con su sensualidad: la luz abre los pliegues de la sábana, se vuelve lasciva y se vuelve pasión para subir hasta estar más allá de sí misma la luz no absuelve ni condena y finalmente, replegarse, volver a su esencia, tratar de entenderse, tornarse reflexiva.

La luz se vuelve tiempo y se vuelve abstracción, fue río y es interior, fue mujer y es idea, fue escultora y fue reflejo para terminar en pensamiento, en idea, en concepto. Nace del concepto y vuelve a él pero en su derrotero deja a su paso lo efímero y lo eterno, la vanidad con que se cree diosa y el ínfimo  instante en que se cree mujer. Ilumina, inunda, completa y se desnuda.

Cambiante, agazapada, viva, diáfana para Paz la luz es mujer, para mí es otoño en Buenos Aires.