Somo padres subrogantes. Muchas veces, el único saludo que recibe el estudiante es el nuestro, el único límite, el único reto y el único elogio. Los docentes podemos hacer eso muy bien: levantar o destruir la autoestima de los estudiantes.
Somos detectives. Deducimos rápidaEmente lo que pasa en el salón y si miramos con detenimiento (los que quieren mirar, claro) hasta vemos lo que pasa en las vidas de cada uno.
Somos coaches. Esa es la tarea que más me gusta. Si pensamos que seguimos siendo fuente de todo saber, debo aclarar (aclararme) que estamos equivocados. Somos facilitadores de saberes, desarrolladores de habilidades, potenciadores de seres humanos. Ya no somos los dueños de la palabra. ¡Gracias por eso!
Hasta aquí todo bonito. Pero... ¿Qué pasa cuando algún estudiante no encaja? Muchas veces brindamos las herramientas para que el desarrollo del estudiante y sin embargo no hay manera de llegarle, o no es igual a los demás o piensa y siente distinto. La escuela tradicional los anula, la escuela actual los censura hasta que se terminan yendo "a otra escuela que esté más en sintonía con sus necesidades". Eso es cínico y peligroso. Sencillamente dejamos a la oveja perdida y nos quedamos con las 99. Es más fácil y más rápido de digerir entre docentes. "No se adaptaba", "mejor que se vaya a otro lado con gente que lo entienda".
La noticia, señores, es que en otro lado tampoco lo van a entender. Va a ser una tuerca sin tornillo, siempre. Rodando, siempre y no encajando en ningún lado. Estamos tan acostumbrados a los alumnos-tuerca que empernan perfectamente en los bulones que dejamos para ellos, todos iguales, todos idénticos que el diferente nos asusta. La excusa es fácil: el sistema no nos permite ocuparnos de uno en particular. Y yo agrego... y la falta de ganas. ¿Es tan difícil tratar de entender al que no encaja, tratar de encastrar a la "tuerca rebelde"? ¿No estaremos poniendo el bulón equivocado? ¿Es tan difícil pensar que desde la institución educativa se podría hacer algo más que darle el pase a otro colegio.
No sé... tal vez sea momento de empezar a estudiar todas las variedades de tuercas que aparezcan en el mercado.
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