miércoles, 1 de septiembre de 2010

Jaime Sabines, salud.

Hoy decidí que quería escribir sobre la búsqueda que nunca termina. La búsqueda del amor teniendo al amor. La búsqueda del deseo sintiendo aún las brasas encendidas del que se está extinguiendo.
Es la historia del inconstante, del que sabe que nunca encontrará lo que busca porque lo que busca no existe. Sin embargo cree verlo en el brillo que se percibe en el fondo de los ojos de este amante, o escondido en la voz del próximo. Cree, supone, desea, espera que esté. Pero no está. Sabe que no está pero finge, disimula, se autoconvence...
Algunos somos así. Claro que no vamos a confesarlo fácilmente porque en el fondo, somos seres solitarios, abandonados, perdidos, que montamos el show para los demás o lo que es peor: para nosotros mismos.
En esta búsqueda que no termina nunca, nos vamos dejando el alma, las uñas, pedazos de corazón abandonado. Nos vamos mutilando cada vez más pero seguimos adelante, descoyunturados, rotos, quebrados, con menos ilusiones.
Nunca vamos a detenernos: lastimados y todo, heridos y todo, desahauciados y todo seguiremos buscando al que no existe porque es la búsqueda en sí misma, la esencia de nuestro ser.
No me pidas, entonces, que me quede.

martes, 31 de agosto de 2010

lunes, 30 de agosto de 2010

Oh corpore meo...

Hoy he decidido escribir sobre el cuerpo, si bien lo construyo de palabras no es ese, el metafórico al que me refiero; sino al real. El cuerpo que nos contiene, el que nos conecta y el que nos desconecta. Estuve escribiendo algunos tuits con eso: "No entiendo mi cuerpo sin el tuyo, me faltan extremidades; me sobran espacios", "Tu cuerpo estaba hecho de estrellas, el mío de sombras. Llegabas y todo era luz",
Estuve pensando largamente en esta entidad que es el cuerpo que nunca es de uno solo, que siempre es de dos o más, que toma su entera dimensión en la relación con el otro.
El cuerpo nos avergüenza o nos enorgullece, nos aplasta o nos expone. Somos cuerpos que se relacionan entre sí, que se repelen o se atraen.
El cuerpo es el sitio del tacto, del erotismo, el lugar de juegos, de sudores, de humedades, de aromas, de pequeños dolores causantes de placeres oscuros.
Pensaba justamente en eso. En el momento en que dos cuerpos se vuelven una sola entidad. En esa dimensión en que las leyes físicas se trastocan para que dos sean uno, para que uno sea infinito.
El cuerpo que goza es el mismo que sufre; el que se abre, es el mismo que rechaza, ignora mata.
Habla por sí mismo, dice lo que nuestras palabras callan, lo que nuestros ojos niegan, lo que nuestro deseo trasluce. Así, al menos es el mío.

domingo, 29 de agosto de 2010

Anoche, antes de cerrar los ojos y antes de Maresia, me dormí pensando en un poema que leí en mi época universitaria, cuando cursaba Literatura Francesa en la UNC. Cerré los ojos pensando en Victor Hugo y en Booz dormido. NO fue hasta hace un ratito que volví a recordar ese pensamiento y salí a la búsqueda del poema en la red para poder leerlo y saborearlo nuevamente. La mejor traducción que encontré, estaba en la página de un bloguero: Carlos Sánchez Sottosanto. Linda página.
Releí el poema varias veces, tal vez los años que pasaron desde que lo descubrí, me hicieron saborearlo como a un vino añejo y sabroso.
Qué me dio por ese poema ahora, no lo entiendo. Me detuve en la última parte:
"En tanto que él dormía, Rut, una Moabita,
con el seno desnudo a sus pies se acostó,
esperando no sé cuál inédito rayo,
cuando del alba viniera la imprevista luz.

Booz no sabía que una mujer allí estaba,
y Rut no sabía lo que Dios quería de ella.
Los penachos de asfódelos despedían perfumes;
la noche respiraba flotando en Galgalá.



La sombra era nupcial, augusta y solemne;
los ángeles volaban allí oscuramente,
y se veía pasar en la noche, a momentos,
algo azul, como si fuera un ala.

El respirar durmiente de Booz se mezclaba
con los sordos murmullos del arroyo en el musgo.
Y era aquel el mes cuando la natura es dulce,
las colinas con lirios sobre todas sus cumbres.

Ruth soñaba y Booz dormía; y la hierba era negra;
palpitaban muy suaves los cencerros de la tropa;
una inmensa bondad caía del firmamento;
una hora tranquila; los leones bebían.

En Ur y en Jerimádet todo estaba en reposo;
los astros esmaltaban el cielo hondo, umbrío;
la luna fina y clara entre flores de sombra
brillaba en Occidente, y Ruth se preguntaba,

inmóvil, entreabriendo los ojos bajo el velo,
qué dios, qué segador del inmortal estío,
tan negligentemente dejó caer al irse
esa hoz de oro en los campos de estrellas"

Qué hermosura, no? El poema es como una pintura. La noche de verano, el arroyo, la naturaleza, la quietud, la mujer que sueña y el hombre que duerme. De ellos nacería Jesús, con el tiempo. De ellos dos, una mujer joven y un hombre anciano se hablaría por siempre y lo desconocían en el momento crucial del encuentro. La última estrofa es sutil, delicada. El punto de vista no está fuera del poema, está dentro de Ruth, y podemos sentir su emoción, su miedo, su timidez. Es ella la que se pregunta quién ha abandonado una hoz, la luna, en un campo de estrellas. Ella es segadora, sabe de hoces, de espigas y relaciona lo que siente en ese moemento con su experiencia cotidiana...
Qué segador del inmortal estío o qué segador del eterno verano como, leí alguna vez, ha dejado abandonada su hoz de oro sobre un campo de estrellas...
Es tan simple la resolución del tema, es tan sencilla que emociona. Yo también quisiera ver algo azul en la noche como un ala y también quisiera que la luna se transformara, ante mis ojos, en una hoz dorada.

Vivir en maresia.

Sigo envuelta en la maresia. Espero que no me abandone nunca. Sigo pensando en ella. Si aspiro desde el corazón, creo que puedo sentir el aroma de la sal, el sonido del viento. Si agudizo mi tacto, creo que puedo sentir mis pies en la arena.
Extraño mundo este, extrañas casualidades, extraña forma de plantarnos en un universo que ni pensábamos y en el que todo se transforma a una velocidad vertiginosa.
Creo que estoy en el primer paso: el paso que me lleva a pensar en la maresia y en Maresia.
Quiero hacer algo, quiero comunicar algo, quiero poder hacer algo por otros. Sabido es que la poesía, que la literatura es más poderosa que la ignorancia que es, de todos los males humanos, el más nocivo, según creo. La ignorancia es peor que la guerra porque por ignorantes nos matamos unos a otros.
La ignorancia es no saber: no saber lo que el otro siente, lo que el otro espera, lo que el otro quiere, lo que el otro desconoce. Ojalá podamos apuntar primero a la ignorancia. Ojalá Maresia se levante en contra de ella usando como arma: las palabras y la belleza.

sábado, 28 de agosto de 2010

Maresia

Hoy, he aprendido una palabra nueva. Una palabra en portugués, maresia. "Maresía", si la escribo como la pronuncian en Sao Paulo. QUien me explicó su significado, Giselle Zamboni, me escribió: " no se si podré explicarte bien, pero intentaré...maresia es la brisa del mar, el aire de la región...aquel "profumo" de la sal,mar" y luego hablando me dijo: es una brisa que sale del mar y entra a la tierra.
Me pareció fantástica, fantástica. Habla de la sensación de tener el mar con nosotros siempre. Como esa bruma marina que nos recuerda que en el alma se producen las mismas mareas que en océano.
Una maresia que nos envuelve en plena ciudad y nos deja pensando en la arena, en las largas caminatas, en las conversaciones privadas con el mar.
QUiero vivir en maresia, en realidad. QUiero vivir en un estado de pensamiento que me lleve a estar en calma. Maresia en plena ciudad, maresia infinita.

viernes, 27 de agosto de 2010

De onanismos y otros placeres.

Me gusta leer.Amo los libros, no solo quiero a la escritura. La escitura es una necesidad para mí en este momento; la lectura fue una tabla que me salvó la vida antes y siempre.
Encerrarme en el placer de la palabra escrita. Aislarme del mundo, dejar que se vayan armando en mi cabeza las historias como piezas de rompecabezas que se unen o cmo hilos de un tapiz colorido que se teje en mi mente, es apasionante.
Cuando leo estamos el libro, la voz del autor, la historia y yo, formamos una estrecha cofradía, una asociación secreta que seguramente construye significados completamente diferentes a los que pretendía el autor. Jugar con los significados, interpretar el texto como quiero, tomar la dirección que se me dé la gana dentro de la trama, hurgar en los escondrijos de las tramas secundarias y quedarme pensando más en ellas que en los personajes principales, es una sensación que no quiero dejar de experimentar.
La lectura es un placer onanista decía Cortázar. Quizá tenía razón..., es una práctica onanista en búsqueda del orgasmo literario.