domingo, 29 de agosto de 2010

Vivir en maresia.

Sigo envuelta en la maresia. Espero que no me abandone nunca. Sigo pensando en ella. Si aspiro desde el corazón, creo que puedo sentir el aroma de la sal, el sonido del viento. Si agudizo mi tacto, creo que puedo sentir mis pies en la arena.
Extraño mundo este, extrañas casualidades, extraña forma de plantarnos en un universo que ni pensábamos y en el que todo se transforma a una velocidad vertiginosa.
Creo que estoy en el primer paso: el paso que me lleva a pensar en la maresia y en Maresia.
Quiero hacer algo, quiero comunicar algo, quiero poder hacer algo por otros. Sabido es que la poesía, que la literatura es más poderosa que la ignorancia que es, de todos los males humanos, el más nocivo, según creo. La ignorancia es peor que la guerra porque por ignorantes nos matamos unos a otros.
La ignorancia es no saber: no saber lo que el otro siente, lo que el otro espera, lo que el otro quiere, lo que el otro desconoce. Ojalá podamos apuntar primero a la ignorancia. Ojalá Maresia se levante en contra de ella usando como arma: las palabras y la belleza.

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