martes, 31 de agosto de 2010

lunes, 30 de agosto de 2010

Oh corpore meo...

Hoy he decidido escribir sobre el cuerpo, si bien lo construyo de palabras no es ese, el metafórico al que me refiero; sino al real. El cuerpo que nos contiene, el que nos conecta y el que nos desconecta. Estuve escribiendo algunos tuits con eso: "No entiendo mi cuerpo sin el tuyo, me faltan extremidades; me sobran espacios", "Tu cuerpo estaba hecho de estrellas, el mío de sombras. Llegabas y todo era luz",
Estuve pensando largamente en esta entidad que es el cuerpo que nunca es de uno solo, que siempre es de dos o más, que toma su entera dimensión en la relación con el otro.
El cuerpo nos avergüenza o nos enorgullece, nos aplasta o nos expone. Somos cuerpos que se relacionan entre sí, que se repelen o se atraen.
El cuerpo es el sitio del tacto, del erotismo, el lugar de juegos, de sudores, de humedades, de aromas, de pequeños dolores causantes de placeres oscuros.
Pensaba justamente en eso. En el momento en que dos cuerpos se vuelven una sola entidad. En esa dimensión en que las leyes físicas se trastocan para que dos sean uno, para que uno sea infinito.
El cuerpo que goza es el mismo que sufre; el que se abre, es el mismo que rechaza, ignora mata.
Habla por sí mismo, dice lo que nuestras palabras callan, lo que nuestros ojos niegan, lo que nuestro deseo trasluce. Así, al menos es el mío.

domingo, 29 de agosto de 2010

Anoche, antes de cerrar los ojos y antes de Maresia, me dormí pensando en un poema que leí en mi época universitaria, cuando cursaba Literatura Francesa en la UNC. Cerré los ojos pensando en Victor Hugo y en Booz dormido. NO fue hasta hace un ratito que volví a recordar ese pensamiento y salí a la búsqueda del poema en la red para poder leerlo y saborearlo nuevamente. La mejor traducción que encontré, estaba en la página de un bloguero: Carlos Sánchez Sottosanto. Linda página.
Releí el poema varias veces, tal vez los años que pasaron desde que lo descubrí, me hicieron saborearlo como a un vino añejo y sabroso.
Qué me dio por ese poema ahora, no lo entiendo. Me detuve en la última parte:
"En tanto que él dormía, Rut, una Moabita,
con el seno desnudo a sus pies se acostó,
esperando no sé cuál inédito rayo,
cuando del alba viniera la imprevista luz.

Booz no sabía que una mujer allí estaba,
y Rut no sabía lo que Dios quería de ella.
Los penachos de asfódelos despedían perfumes;
la noche respiraba flotando en Galgalá.



La sombra era nupcial, augusta y solemne;
los ángeles volaban allí oscuramente,
y se veía pasar en la noche, a momentos,
algo azul, como si fuera un ala.

El respirar durmiente de Booz se mezclaba
con los sordos murmullos del arroyo en el musgo.
Y era aquel el mes cuando la natura es dulce,
las colinas con lirios sobre todas sus cumbres.

Ruth soñaba y Booz dormía; y la hierba era negra;
palpitaban muy suaves los cencerros de la tropa;
una inmensa bondad caía del firmamento;
una hora tranquila; los leones bebían.

En Ur y en Jerimádet todo estaba en reposo;
los astros esmaltaban el cielo hondo, umbrío;
la luna fina y clara entre flores de sombra
brillaba en Occidente, y Ruth se preguntaba,

inmóvil, entreabriendo los ojos bajo el velo,
qué dios, qué segador del inmortal estío,
tan negligentemente dejó caer al irse
esa hoz de oro en los campos de estrellas"

Qué hermosura, no? El poema es como una pintura. La noche de verano, el arroyo, la naturaleza, la quietud, la mujer que sueña y el hombre que duerme. De ellos nacería Jesús, con el tiempo. De ellos dos, una mujer joven y un hombre anciano se hablaría por siempre y lo desconocían en el momento crucial del encuentro. La última estrofa es sutil, delicada. El punto de vista no está fuera del poema, está dentro de Ruth, y podemos sentir su emoción, su miedo, su timidez. Es ella la que se pregunta quién ha abandonado una hoz, la luna, en un campo de estrellas. Ella es segadora, sabe de hoces, de espigas y relaciona lo que siente en ese moemento con su experiencia cotidiana...
Qué segador del inmortal estío o qué segador del eterno verano como, leí alguna vez, ha dejado abandonada su hoz de oro sobre un campo de estrellas...
Es tan simple la resolución del tema, es tan sencilla que emociona. Yo también quisiera ver algo azul en la noche como un ala y también quisiera que la luna se transformara, ante mis ojos, en una hoz dorada.

Vivir en maresia.

Sigo envuelta en la maresia. Espero que no me abandone nunca. Sigo pensando en ella. Si aspiro desde el corazón, creo que puedo sentir el aroma de la sal, el sonido del viento. Si agudizo mi tacto, creo que puedo sentir mis pies en la arena.
Extraño mundo este, extrañas casualidades, extraña forma de plantarnos en un universo que ni pensábamos y en el que todo se transforma a una velocidad vertiginosa.
Creo que estoy en el primer paso: el paso que me lleva a pensar en la maresia y en Maresia.
Quiero hacer algo, quiero comunicar algo, quiero poder hacer algo por otros. Sabido es que la poesía, que la literatura es más poderosa que la ignorancia que es, de todos los males humanos, el más nocivo, según creo. La ignorancia es peor que la guerra porque por ignorantes nos matamos unos a otros.
La ignorancia es no saber: no saber lo que el otro siente, lo que el otro espera, lo que el otro quiere, lo que el otro desconoce. Ojalá podamos apuntar primero a la ignorancia. Ojalá Maresia se levante en contra de ella usando como arma: las palabras y la belleza.

sábado, 28 de agosto de 2010

Maresia

Hoy, he aprendido una palabra nueva. Una palabra en portugués, maresia. "Maresía", si la escribo como la pronuncian en Sao Paulo. QUien me explicó su significado, Giselle Zamboni, me escribió: " no se si podré explicarte bien, pero intentaré...maresia es la brisa del mar, el aire de la región...aquel "profumo" de la sal,mar" y luego hablando me dijo: es una brisa que sale del mar y entra a la tierra.
Me pareció fantástica, fantástica. Habla de la sensación de tener el mar con nosotros siempre. Como esa bruma marina que nos recuerda que en el alma se producen las mismas mareas que en océano.
Una maresia que nos envuelve en plena ciudad y nos deja pensando en la arena, en las largas caminatas, en las conversaciones privadas con el mar.
QUiero vivir en maresia, en realidad. QUiero vivir en un estado de pensamiento que me lleve a estar en calma. Maresia en plena ciudad, maresia infinita.

viernes, 27 de agosto de 2010

De onanismos y otros placeres.

Me gusta leer.Amo los libros, no solo quiero a la escritura. La escitura es una necesidad para mí en este momento; la lectura fue una tabla que me salvó la vida antes y siempre.
Encerrarme en el placer de la palabra escrita. Aislarme del mundo, dejar que se vayan armando en mi cabeza las historias como piezas de rompecabezas que se unen o cmo hilos de un tapiz colorido que se teje en mi mente, es apasionante.
Cuando leo estamos el libro, la voz del autor, la historia y yo, formamos una estrecha cofradía, una asociación secreta que seguramente construye significados completamente diferentes a los que pretendía el autor. Jugar con los significados, interpretar el texto como quiero, tomar la dirección que se me dé la gana dentro de la trama, hurgar en los escondrijos de las tramas secundarias y quedarme pensando más en ellas que en los personajes principales, es una sensación que no quiero dejar de experimentar.
La lectura es un placer onanista decía Cortázar. Quizá tenía razón..., es una práctica onanista en búsqueda del orgasmo literario.

jueves, 26 de agosto de 2010

Vida y muerte,

En mi castillo construido de palabras, en el que soy la reina absoluta, sufro escuchando a Janis Joplin. Su voz se desgrana desde los auriculares a mis oídos, sangra su voz, baja en un torrente de notas directo hasta mi emoción. No se choca con nada, va a mi carne viva, a lo que siento y me sacude como una descarga eléctrica.
cómo pudo suicidarse? cómo es posible que la música y las palabras no la salvaran...
A veces pasa que las palabras se vuelven espadas, los silencios se vuelven dagas, las letras se vuelven espinas. Todo daña, todo destruye y no queda más que terminarlo.
Las propias palabras que dan vida, matan.

miércoles, 25 de agosto de 2010

Tópico mío.

Aquí estoy en mi reino hecho de palabras y de sentidos. TEngo que redactar, escribir miles de cosas para otros, para decir qué hacer, para informar, para convencer de que lo que hacemos está bien pero ahora no quiero hacer esto. Quiero escribir lo que mis reales dedos deseen desde sus reales ganas. Un momento de paz para sufrir a gritos y en silencio o para protestar.

Mi mundo de palabras.

Este es mi pedacito de pantalla. Es mi recuadro. Me reafirmo como dueña absoluta de este segmento del mundo binario. Acá mando yo. Acá soy reina y dueña de lo que digo. Me hago cargo.
Este es mi pedacito de cielo: para desangrarme si quiero, o para convertirme en diosa o loba o ausente o niña o fuego o agua o nada. Nadie puede evitarme, nadie puede dejar de quererme, nadie puede juzgar mis actos.
este es el lugar de mi entera voluntad donde puedo jugar a que Dios es mujer y soy yo.
Y como soy la Creadora decreto que este esta es una tierra donde las palabras se materializan, los poetas son los dadores de pan y de agua, las mujeres enamoradas son las manos que brindan consuelo y las resginadas, se miran las líneas de la mano. Es mi mundo y digo que los hombres de sonrisas amplias custodian los recuerdos y los niños y los ancianos cuentan cuentos en los parques.
Es mi mundo, mío, imperfecto con dos lunas que coexistan en el cielo y enloquecen de fiebre y delirio a las lobas que aullamos a sus brillos inconmensurables.

martes, 24 de agosto de 2010

Sigo a la luna que no me mira. Sigo a la noche que me persigue y me ata, me tortura, me desprecia. Sigo, implacable el hálito de tu perfume entre terrenos de bruma. TE persigo, te persigo. Pronto eentenderé, porque ya lo entiendo, que persigo una imagen inventada. Pero me gusta. QUiero seguirla. Cuando llegue la mañana, cuando llegue el sol, serás el recuerdo de una noche de fiebres y sudores, de deseos y humedades, Ahora sos una posibilidad y aún la disfruto, la degusto. Efímera, vacía, pronta a ser olvidada.

lunes, 23 de agosto de 2010

Voy a cumplir cuarenta años. Bueno, dentro de dos años. Pero no importa que algunos meses me separen de esa fecha y tampoco importa que 40, 41 o 60 sean lo mismo. Importa el hecho de que será un hito en mi vida. Un momento en el que deberé hacer una retrospección. Algunos creen que me importa que el tiempo pase porque me niego a decir mis años y juego con que el mundo entero es mayor que yo. Es solo un juego que me divierte.
La realidad es que verdaderamente voy a cumplirlos. ¿Qué le pasa a una mujer cuando cumple los 40? Se vuelve más sabia, dicen. Lo dudo, digo. Se vuelve más sexy, dicen también. Lo dudo, también. La verdad es que no sé lo que pasa. Si alguien me lo quiere explicar lo agradeceré. La cosa es que... no sé si quiero saberlo.
Tengo que desmenuzar hechos:
ya no soy joven, pero tampoco vieja.
Ya no me creo nada, pero ansío creérmelo.
Ya no espero nada de nadie, pero cómo me gustaría que me sorprendieran.
Quiero convencerme de que me creo, pero no.
¿Hay que dejar que la vida siga? ¿Hay que amoldarse a ella? ¿Hay que hacer como si nada pasara y cubrir las necesidades básicas del día a día? ´
Son tantas las dudas que tengo y no.
Creo que voy a entrar en una segunda adolescencia. Que los 40 son la adolescencia definitiva, pero la real; más amarga que la anterior porque ya se vivieron todas las desdichas y los desencantos. Se acabó la inocencia. Creo que es eso: los 40 son la madurez de las ilusiones, la muerte definitiva de la inocencia.

Palabras de textos que mutan.

Todo el mundo quiere escribir cosas geniales y que otros miles se las lean y digan oh, ah, uh, con sus ocurrencias magníficas. Yo quiero escribir, simplemente. Quiero poder poner en palabras escritas, que pueda verlas, disfrutar de sus formas, de sus tamaños, de sus combinaciones en la pantalla, lo que no puedo sacar de adenro mío de otro modo, lo que no puedo contarle a mis amigas,no porque sea secreto sino porque para torturarlas con cuestiones filosóficas es too much.
Mis amigas son buenas minas. ¿Para qué complicarles más la vida?
Quiero escribir para poder pensar. QUiero escribir para poder entenderme en este tiempo de confusión.
La gente no se escucha, no se lee. No se piensa a sí misma. Eso es un problema porque se analiza a partir de lo que proyecta en otros. No quiero proyectarme, quiero vivirme. Quiero empezar a entender mi mundo que es diferente al de cualquier otro. Existen tantos mundos como habitantes posee este planeta y a veces la estupidez más grande es pensar que podremos encontrarlos, contactarlos, reunirlos.
Este blog va a mutar y espero que mute porque pasarépor diferentes etapas aunque sea una sola. Pienso en la Rosa Mutabile de Federico García Lorca. Pienso en que tal vez en la raya de lo oscuro yo también me comenzaré a deshojar o al menos a deshojar mis textos en este blog.

domingo, 22 de agosto de 2010

Andará de vacaciones.

No creo en la inspiración. Como estoy segura que los escritores genuinos, tampoco. Es un buen recurso del márquetin literario, como no. Pero a la hora de los bifes, en el momento en que hay que sacarla a relucir, no existe.
No creo en las musas. No creo en el susurro del Espíritu. QUisiera poder creer en eso, quisiera. Pero no puedo. O no soy digna de las musas, o la inspiración pasa de mí, como diría Serrat, o soy tan inicua que el Espíritu prefiere ir a susurrarle cosas a los puros.
Creo en el trabajo. Creo en que somo seres intertextuales, seres llenos de influencias, seres curiosos, seres pensantes, seres críticos. Creo en que para decir algo hay que tener algo en la cabeza con qué asociarlo.
Así que, ya que hemos dejado las cosas en claro, seguiré escribiendo. Lo que me plazca. Eliminaré las palabras innecesarias y seguramente dejaré otras, igualmente innecesarias pero que me gustan. De eso se trata la escritura: de libertad. La libertad con que la que JMG Le Clézio escribe y no le entiendo nada. La Libertad con la que Galeano juega con el lenguaje e inventa palabras y lo adoro. La libertad con que Cortázar nos mete a la fuerza, a las patadas en otras realidades y otros mundos. La libertad de poder decir ahora no sé qué más decir porque, como notarán, la inspiración me ha abandonado.

Escribo palabras.

Estoy "dedorrágica". Sí. Quiero escribir y escribir. No sé hasta cuando; tal vez hasta que termine de decir todo lo que tengo que decir, todo lo que tengo atravesado acá, a la mitad de los dedos y quiero que salga de una buena vez y para siempre. Capaz que después de que escriba un tiempo me calle. Haga silencio. Me suma en una profunda nube de silencio.
Ahora no quiero. No se me da la gana. Quiero escribir. Es madrugada. La ciudad duerme. Las respiraciones de miles de personas se unen en un sopor de sueños y sudores. Yo no duermo. Yo no sudo. Yo no espero. Sólo escribo.
Tal vez mi cerebro necesite mantener la cordura a través de mis dedos. Lo desconozco. No me interesa saberlo ahora ni analizarlo.
Hay una pulsión en mí, la que quiere seguir escribiendo. Hay una necesidad en mí: poder conectarme con alguien, poder contactarme con alguien que me entienda a quien no tenga que explicarle nada, Ya no quiero explicar. Quiero escribir.
Si alguien me lee, bien. Aunque egoístamente no estoy pensando en el lector ideal, en el lector medio, o en un lector de carne y hueso. ¿Quién ´querría leerme? ¿Acaso hay algo interesante que pueda decirle? Seguramente lo que escribo lo leyó mil millones de veces en mil millones de lugares diferentes y mil millones de veces revestido de mejor calidad.
Así que sigo con mi necedad de escribir sin importarme lo que puedan decir, pensar, desear, querer, de mis escritos.
¿No lo ven? Yo no escribo para no morir como decía Pizarnik, ni escribo para suavizar mi existencia como hicieron Wilde o Hernández desde sus celdas. No escribo para trascender como Borges, ni para divertir como Twain. No escribo para denunciar como Orwell, ni para disfrutar de las palabras como Verlaine y sus largos sollozos de sus violines de invierno. Yo... escribo.

Lo que me gusta de las palabras...

¿Por qué me gustan las palabras? Empezar a responder esa pregunta ahora sería llenar una página de lugares comunes. Me parece más interesante decir lo que me gusta de las palabras, del mundo infinito de estas grafías que traducen en dibujitos los sonidos humanos.
Adoro los puntos suspensivos. Me encantan sencillamente, me gusta que quede la frase inconclusa, como alejándose lentamente, como queriéndose ir y no queriendo. Me deleito en las fracciones de segundo en que se queda suspendido el tiempo y la reflexión se cuela por ahí. Pensar cuando se lee, creo que por eso me gustan tanto, tanto que abuso. Difícilmente haya algún texto mio que no los lleve... Leer y pensar; escribir y pensar. Ahí se encierra para mí la esencia del trabajo del escritor y del lector. Leer entre signos, entre puntos, con autorización expresa.
Amo los adverbios de modo. Todos me gustan. Esas palabritas terminadas en -mente siempre están en mayor o en menor grado, se cuelan, sin darme cuenta y están ahí escritas y ya me da pena borrarlas. Son palabras largas, que pueden saborearse y dejan en el paladar el sabor de la "manera" de hacer las cosas. "Irremediablemente", como el libro de poemas de Alfonsina Storni que leí a los 12 años, muero por los adverbios. Ni siquiera quiero contar cuántos escribí en esta entrada, definitivamente, apa´recerán una y otra y otra y otra vez.

El interconectado mundo de las palabras.

Acá estamos y acá seguimos hablando y escribiendo y pensando y discutiendo sobre las palabras, sobre la necesidad de comunicar. Necesidad que surge realmente de lo más profundo de mi alma. Estoy en una época de cambio, de irme hacia adentro. QUiero comunicarme con todos, llegar a todos los estratos y eso implica una profunda reflexión, un intento de comunicación conmigo misma. ¿Cómo entablo relaciones con los demás si no puedo hacerlo conmigo? Mis tweets, mis textos, mis pensamientos van siempre a la misma orilla... Qué decirle al otro. Tengo la profunda convicción de que estamos conectados, de que todo está conectado con todo en este mundo por una estrecha e invisible red de relaciones. Quien descubra esos hilos invisibles, esa cadena de titanio indestructible que asocia a todo el mundo entre sí, conocerá la verdad absoluta, el aleph, el nombre de Dios.
Y en esa reflexión estoy... ¿Realmente quiero conocer la relación que existe entre todas las cosas? ¿Qué debería hacer con ese saber?
No está en mi naturaleza el deseo de dominar al mundo. No está en mi naturaleza la búsqueda insaciable de poder... eso me transforma en inofensiva o en peligrosa. No lo sé aún. No he decidido en qué me transforma, igual... Tampoco le interesa a nadie.

sábado, 21 de agosto de 2010

Complejidad del viaje de las palabras.

El viaje de las palabras es complejo. Primero, ellas no eligen a dónde ir, alguien las selecciona, las toma de un paradigma y por alguna asociación les da vida y las lanza a la calle. A veces, dignamente soportan una vida de papel. Esa sería la mejor fortuna para ellas si un gusano, una inundación o las lenguas calientes de las llamas no las borran para siempre. Otras veces, corren la suerte de la futilidad del mundo binario y con una simple presión de dedos, se desbarrancan y desaparecen para siempre.
Las que se desvanecen en el aire son los peones del ajedrez, la carne de cañón, las que vivirán por una fracción de segundo y luego se las llevará el viento. Lo que salva a estas últimas es que suelen ser las más efectivas, las que perduran de otra manera en el recuerdo, la que susurran al oído en el momento preciso del orgasmo y se quedan por años talladas como en roca en los tímpanos, en el cerebro, en los sentidos. Son las que hieren, las que desatan guerras, las que no pueden olvidarse fácilmente y dejan cicatrices. ¿Será la venganza de su futilidad?

Palabras en boca de los machos.

Seguimos viviendo en una sociedad machista y las palabras viajan hoy para intentar gritar contra esta situación. Los hombres nos hicieron creen que tienen razón por su género, porque son los únicos "duros" que pueden soportar las cosas. PObres. Pobres. Pobrecitos.
No existe mayor ceguera que la de intentar "infundir respeto", no existe mayor estupidez que la de creer que la ironía y el desprecio por el otro son formas de comunicarse.
La comunicación va más allá de tener la razón, de hacer las cosas como se quiere, de no escuchar la opinión "autorizada". PObres. En ese caso, las palabras viajan pero se chocan con la forma de ser de los necios. No les queda ningún destino a las palabras. Ninguno, más que volver a quien las emitió y las entiende o morir en el intento de llegar a destino.

viernes, 20 de agosto de 2010

Las palabras vuelan.

Las palabras viajan en el aire, como signos sonoros; viajan en los papeles como fugitivas sin descanso. Viajan con música, con silencios, con gestos. Viajan de un lado a otro y se llevan la carga del significado con ellas. Todas. Cada una de las palabras tiene una historia detrás. El desafío es conocer cada una de esas historias y develarlas, des-velarlas, quitarse los velos y dejarlos caídos a los pies del lecho amatorio.
Si pudiéramos conocer esa historia entenderíamos el mundo de una manera diferente, nos relacionaríamos con otros de otra forma. Pongamos como ejemplo la palabra coraza.
Siempre me ha gustado su sonido palatal, gutural, áspero.... co-ra-za. Podría repetirla hasta agotarme, hasta que la lengua se me trabara: coraza, coraza, coraza, coraza.... Me gusta usarla a veces, esconderme detrás de ella y sentirme segura. Coraza formada por corazón, por cordura, por sonido. Puedo elegir el matiz que quiera y llevarlo a mi cabeza.
Podría decir que la palabra coraza nació cuando por primera vez un hombre de cromagnón se enamoró. Se acercó a la mujer y con sonidos guturales intentó explicarle que no sabía la razón pero que la invitaba a irse con él porque la necesitaba como nadie hasta ese momento (y juro que era cierto) había necesitado a ese ser. La mujer lo miró y vio un brillo  en sus ojos que interpretó como desprecio. Desde ese momento el pobre cromagnon tuvo que esconder lo que sentía y decidió que lo haría detrás de una coraza.
Pobre, nunca supo que ella interpretó su mirada de desencanto como burla y se escondió en su coraza.